Les circumstàncies del naixement del món carolingi (segles VIII-X) són apassionants. Ens hem volgut fixar en un dels fets que va marcar aquell imperi, l’expansió del qual va donar lloc al primer esbós de l’Europa occidental. Actualment, el món està plantant cara a la COVID-19, una pandèmia que ha sacsejat els fonaments del nostre estil de vida. Les epidèmies són un fenomen recorrent en la nostra història i va ser precisament una pandèmia el que va impulsar la formació de l’Imperi carolingi. Aquesta és la tesi que defensa el professor José Enrique Ruiz-Domènec, catedràtic d’història medieval d’Europa a la Universitat Autònoma de Barcelona, de la qual és professor emèrit. Hem parlat amb ell sobre l’origen de l’Imperi carolingi i de les aportacions que aquest va fer al món.

 

Professor, en un article publicat a La Vanguardia (11 d’abril de 2020), parla de cinc moments de la història universal en què hi va haver una pandèmia que va anar seguida d’una bona reacció de la societat. Ens pot enumerar aquests cinc moments i explicar-nos què han significat per a la història de la humanitat?

Estos cinco momentos son:
1) La peste bubónica en tiempos del emperador Justiniano y de la emperatriz Teodora, que, en el año 542, asoló Constantinopla, capital del Imperio bizantino, y luego se extendió por todo el mundo conocido.
2) La peste negra que asoló Euroasia entre 1346 y 1353, con un pico de mortandad durante el verano de 1348.
3) La sucesión de epidemias (gripe, sarampión, fiebre amarilla, viruela…) que despoblaron América entre los años 1493 y 1520.
4) Las pestes de 1631 y 1665, que, junto con la guerra de los Treinta Años, llevaron a Europa al abismo.
5) La gripe —mal llamada— «española» del bienio 1918-1919.

Centrem-nos en la gran epidèmia del 542, l’anomenada pesta de Justinià, que es va allargar fins a l’any 750. De quina manera va canviar el món després de la pandèmia?

El Imperio salió debilitado en su ambición de restaurar el viejo Imperio romano, que era un imperio panmediterráneo. En lugar de eso, se helenizó abandonando el uso del latín e introduciendo el griego en su labor política, doctrinal y también evangelizadora de los pueblos eslavos, que aprovecharon su debilidad en las fronteras danubianas para llegar hasta los Balcanes y cristianizarse a través de matrices griegas con el alfabeto ideado por su misionero Cirilo (alfabeto cirílico, hoy vigente en Serbia, Bulgaria y otros lugares). Un imperio fuerte no lo hubiera permitido. La epidemia cambió el rostro del mundo mediterráneo y avanzó a un conflicto mundial de los bizantinos con los persas sasánidas.

Afirma que la societat va reaccionar i que «es va canviar la geopolítica per a adaptar-la després al món sorgit de l’epidèmia». Quins van ser aquests canvis geopolítics?

El fracaso de mantener la idea de Justiniano del Mare Nostrum con la conquista del norte de África en manos de los vándalos y de Italia en manos de los ostrogodos provocó un trascendental cambio geopolítico, que hizo posible la emergencia del islam, que en pocos decenios ocupó el Próximo Oriente y todo el norte de África, y el nacimiento de Europa en su triple matriz: longobarda, en lo referente a los sistemas de producción agrícola; franca, en el ideal político del Imperio carolingio que unificó la moneda y la escritura, y sajona, en su desarrollo cultural al integrar la urbanidad romana como cortesía.

Creu que sense aquella pandèmia l’Imperi carolingi no s’hagués fundat?

Aunque no soy muy dado a la ucronía —esa tendencia a pensar que hubiera sucedido si…—, tengo la convicción que, con un Imperio romano en la línea esbozada por Justiniano, fuerte y con el Mediterráneo unido, el eje este-oeste hubiera primado sobre el eje geopolítico que se creó tras la epidemia sureste-noroeste. Además, sin un islam poderoso en las costas del Mediterráneo y unos longobardos ocupando el norte de Italia, los francos nunca hubieran dado el golpe de estado que encumbró a los carolingios sobre los reyes merovingios, y la división entre francos orientales de Austrasia y francos occidentales de Neustria se hubiera mantenido. Por tanto, en esas circunstancias es posible que no hubiera tenido lugar la proclamación de Carlomagno como emperador en Navidad del año 800, y por tanto la existencia del Imperio carolingio. De hecho, de esta manera solo hago que reactivar la tesis de Henri Pirenne que afirmó que sin Mahoma no hubiera existido Carlomagno; yo planteo que, con un Imperio romano fuerte en Constantinopla y en su exarcado de Ravena, hubiera sido muy difícil una hegemonía franca y una figura como la de Carlomagno.

Què va aportar aquell imperi al món? Què tenia de nou aquella civilització?

El Imperio carolingio fue decisivo para Europa. Por tres motivos fundamentales: 1) creó una conciencia territorial propiamente europea hasta el punto de que cuando Beda habla de «europeos» ya no lo hace en términos geográficos sino de una civilización; 2) unificó la escritura creando la minúscula carolina, que fue un avance en el trabajo de los scriptoria monásticos y catedralicios para conservar textos literarios y filosóficos de la época clásica (el legado del mundo antiguo debió mucho a esta innovación en la técnica de la escritura), y 3) demostró que el fundamento de una civilización como la europea descansa en la economía agraria y el control de la economía monetaria (de hecho, la invención del solidus de plata se parece, guardando las distancias, a la idea del euro).

Creu que la societat actual pot aprendre del passat? Quines lliçons n’hem de treure?

«La historia es maestra de la vida» decía Cicerón, y llevaba razón. Las pautas de anteriores civilizaciones nos permiten pensar mejor las soluciones que podemos dar a momentos difíciles. La historia es una filosofía basada en los detalles. De ahí su enorme eficacia. Unir historia y estrategia salvará el mundo.

Assistirem al naixement d’un món diferent després de la COVID-19? Creu que aquesta crisi canviarà d’alguna manera l’imaginari de la població i serà realment una crisi, és a dir, un punt d’inflexió després del qual no s’intenta recuperar un estat previ, sinó la creació d’un de nou?

Sí, el coronavirus es uno de esos acontecimientos que marcan un antes y un después en la historia, un mojón fronterizo entre dos épocas, incluso entre dos eras. La epidemia nos está obligando a pensar lo que hemos hecho mal desde 1948, la posguerra de la que habla mi estimado colega Tony Judt. Tenemos una responsabilidad altísima. Es el momento de construir una gran historia. Y para ese cometido harán falta historiadores. Como ocurrió con la epidemia de Atenas en el 430 a. C. (un brote de tifus), que obligó al gran Tucídides a pronunciarse. Nosotros, los historiadores del siglo XXI, debemos hacerlo ahora. Al menos yo lo hago: estoy escribiendo un libro sobre epidemias en la historia impulsado por la misma convicción del viejo maestro griego. Será mi modesta aportación al despertar a una nueva era que está por venir.